En la tradición religiosa judía, el profeta Eliahu o Elías, referido en Reyes I y II del Antiguo Testamento, tiene una enorme importancia, sólo superada por la de Moisés.
A lo largo de las generaciones, este profeta ha alimentado el imaginario popular con innumerables leyendas y relatos, trasmitidos oralmente o por escrito. En este libro se recogen treinta y dos, tanto procedentes de la tradición folclórica como literaria, y traducidos por Varda Fiszbein de sus versiones originales en ídish.
A menudo disfrazado, Eliahu resuelve los problemas materiales o espirituales de los más desfavorecidos y acude cada vez que se lo necesita para impartir justicia, castigar a los descarriados y premiar a los justos y temerosos de Dios. Y sólo estos últimos reúnen los méritos para verlo en sueños o, en ocasiones, incluso durante la vigilia.
No obstante, todos los judíos tienen la esperanza de verlo, ya que según la tradición hebrea –y acaso sea ésta la máxima relevancia del profeta Elías– él será el heraldo anunciador de la llegada del Mesías en el día del Juicio Final, cuando por fin se inaugure una era de paz, justicia y bondad universal.